No me gustan nada los murciélagos; me dan miedo. Exactamente me aterran, es ver uno a lo lejos y morirme del miedo. Y es que los murciélagos con más peligrosos de lo que parecen. Lo importante no es la fama esa que tienen de ser vampiros, de chupar la sangre y todo eso... no, a mi eso casi ni se me pasa por la cabeza cuando veo a uno. Lo que yo pienso es DIOS MIO, MI PELO!!!
Casi nadie me cree cuando lo explico, pero es de todos los de pueblo sabido que las alas de los murciélagos son como pegajosas, y claro, cuando vuelan bajo (que lo hacen muy amenudo porque resulta que son cegatos perdidos y necesitan que sus chillidos reboten en las cosas para saber por dónde van...) es un mega peligro que se te acerquen al pelo porque con el movimiento de sus alas, que es super rápido, el pelo se pegaría, se enredaría, y sería la muerte. Y eso pasa, puede pasar, a mi prima le pasó en Cáceres. Uno se metió entre la persiana y el cristal de la ventana, mi prima pensó que tenía que sacarlo (porque se pasó allí algunos días), abrió la persiana, y... el hijo de puta salió volando y se le pegó en el pelo!! Ala, a cortarlo... depués de tener que desenredar al animal de los pelos (eso no sé cómo, la verdad).
Y a mi ma da pánico que me pase eso.
Explico esto porque mira, no sabía qué escribir y al bajar a la Loli los he visto, he recordado la super invasión del sábado y os lo cuento.