Nuestra visita de hoy no ha sido como esperábamos, pero bueno, nos queda pendiente... Al menos nos ha servido para comprarnos un libro (inversiones de futuro...). China puede esperar...
He leído por ahí que en martes 13 no se deben cortar las uñas porque saldrán padrastros... Ya sabéis... Yo no lo haré por si acaso, y tampoco me iré de viaje, ni me cambiaré de casa, no haré una cena con trece invitados, etc... No vaya a ser.
Pobre trece, la verdad, todo el mundo le odia.
He leído por ahí que en martes 13 no se deben cortar las uñas porque saldrán padrastros... Ya sabéis... Yo no lo haré por si acaso, y tampoco me iré de viaje, ni me cambiaré de casa, no haré una cena con trece invitados, etc... No vaya a ser.
Pobre trece, la verdad, todo el mundo le odia.
Me gusta que haya un día que tenga una connotación negativa universal (o por lo menos bastante extendida). No sé porqué me gusta, pero no sé, me hace ilusión que exista. Debe ser porque me gustan las herencias culturales en general. El sentir que hay algunas cosas, tradiciones, supersticiones, lo que sea, que se crearon hace tiempo vete tú a saber porqué, pero que fueron tan fuertes que han coseguido mantenerse hasta ahora... Y eso cada vez pasa menos, en el mundo en que vivimos todo cambia tan rápido que es muy difícil que algo consiga arraigarse de tal manera que por mucho que los siglos pasen siga vigente en la sociedad. Y eso es una lástima, porque al final es que no vamos a dejar nada para los que lleguen...
Bueno, paro porque es que se me está yendo la olla y yo sólo quería hablar de que hoy es Martes 13 y de todo lo que significa.
La superstición del número 13 no parece remontarse más allá del siglo XVII. No tenemos testimonios de la Edad Media que prueben la existencia de la superstición del número 13. Al contrario, el número 12 combinado con un número más da 13 y con ello adquiere una fuerza positiva, la capacidad de crear algo nuevo. Por ejemplo: doce monjes y un abad pueden fundar un convento. Algo parecido parece que existía ya en el derecho germano: doce jurados y un juez podían formar tribunal.
En la historia de Israel: el día trece del mes doce del año doce del reinado de rey Jerjes (486-464 a.C.) estaban todos los judíos condenados a muerte, la intervención de Ester impidió el genocidio.
En contexto cultural cristiano, el número 13 es el número funesto y aciago. Se suele poner en relación con la Última Cena, en la que estaba Jesucristo con los doce apóstoles. El trece se referiría a Judas. El viernes es el día de la semana en que fue crucificado Jesucristo (Viernes Santo).
En la creencia o superstición popular alemana, cuando se sientan a la mesa doce comensales y viene el número 13, éste o el más viejo morirá al poco tiempo. Aún hoy se evita sentar a trece comensales a la misma mesa. Cuando concurren trece personas, se sienta a una en otra mesa o se invita a una persona más (total 14). En algunos hoteles no existe la habitación número 13, o el piso 13. Incluso en algunos aviones no existe la fila 13.
Sin embargo, el trece no es siempre el número funesto. Existía la costumbre entre los panaderos de regalar un pan a quien comprara 12 bollos.
En la Kabala judía, cada letra representa un número. Si sumamos los valores de cada una de las letras de la palabra UNO, nos dan el número 13. Según el Antiguo Testamento, Dios tiene trece propiedades, hay doce fuentes celestiales y doce fuentes de la gracia.
En la mitología germana, el 13 era el número de la diosa Freya, que dio el nombre en alemán al viernes (= Freitag). Posiblemente tras la cristianización se convirtió el viernes trece en día fatídico para desarraigar la creencia pagana.
En las culturas orientales, el 13 era un número divino.
El número 13 parece haber adquirido ese carácter de número funesto sólo en contextos cristianos, ya que en el Antiguo Testamento y en la mitología germana, tiene un simbolismo positivo. El canto Grimnismal de los Edda enumera trece walkirias.
En La Bella Durmiente, de los hermanos Grimm, la hija del rey quedó condenada a dormir cien años porque sus padres solo tenían doce platos de oro y así no pudieron invitar a el hada número trece para celebrar el nacimiento de la hija.
Las culturas que se regían por el calendario lunar, no veían en el 13 un número funesto: el año solar tenía trece meses lunares, y en el aquelarre de las brujas o sábado infernal se reunían hasta trece brujas.
En la Alemania de la Reformación, era el viernes el día preferido para casarse ya que se podía festejar tres días seguidos hasta el comienzo de la semana siguiente.
En la mitología griega, doce dioses del Olimpo se reúnen y se olvidan de invitar a Eris, la diosa de la discordia. Para vengarse, Eris arroja la manzana de oro para “la más bella”. La discordia sobre cuál de las diosas era la más bella, provocó la guerra de Troya.
Pero incluso en la simbología cristiana no siempre tiene el número 13 ese carácter negativo y funesto. Por ejemplo, las Trinidad + los Doce Mandamientos suman en total 13; los doce discípulos de Jesús + el Maestro = 13.
En Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Alemania, el viernes 13 es el día aciago por excelencia, en otros, como España, esa fecha es el martes 13. Sobre el martes y trece tenemos varios proverbios:
En martes y trece, ni te cases ni te embarques.
El martes era el día del dios Marte, el dios de la guerra, entre los romanos. El viernes el día de la diosa Venus. Por tanto eran los días consagrados a estos dioses los días aciagos de la semana.
El número 13, combinado con días como el martes o el viernes como días maléficos, proviene, en la tradición cristiana, de la Sagrada Cena o Última Cena en la que se reunió Jesús con sus doce apóstoles, uno de los cuales, Judas, le traicionaría. El viernes es además el día en que fue crucificado Jesucristo. Para algunos teólogos, sin embargo, el número 13 no debería ser un número faltal sino más bien benéfico, ya que si Judas no hubiera traicionado a Jesucristo, no se hubiera cumplido el plan de salvación y redención de la humanidad mediante la muerte de Cristo. En la Última Cena, Jesús, sabiendo que Judas le habría de traicionar, moja el bocado en el plato y se lo pasa a Judas: "Lo que has de hacer, hazlo pronto" (Jn.13:21-30).
Algunos autores creen que el número 13 era un número benéfico en las culturas paganas. La cristianización habría hecho del 13 un número maléfico para desarraigar estos restos de paganismo.
La superstición del „Freitag, den Dreizehnten“ se popularizó en Alemania prácticamente en el siglo XX, a lo que colaboraron los medios de comunicación. En sí, esta superstición no se remonta muy atrás. Según algunos, se propagó en Alemania procedente de los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.
En el escudo de los Estados Unidos aparecen trece estrellas que parece que representan los trece estados que formaban la nueva nación americana. Para los cabalistas modernos, la constelación de trece estrellas que se encuentra sobre el águila en el anverso del Gran Escudo de los Estados Unidos, comunica un mensaje codificado en simbolismos, dentro del cual el número trece es la clave más importante.
«Los francmasones que fundaron Estados Unidos obtenían su inspiración de muchas escuelas y filosofías antiguas, tales como las Escrituras hebreas y cristianas, las doctrinas de Pitágoras, la Escuela de Alejandría, Platón, los cabalistas y los Rosacruz. La influencia cabalística parece ser la mas importante dentro de la francmasoneria y se revela ostentosamente en el Gran Escudo de los Estados Unidos.» [El escudo de los Estados Unidos y las pirámides]
Las escrituras sagradas y esotéricas hacen uso de un código de números y letras para que el verdadero significado de las escrituras sólo sea accesible a aquellos que poseen la clave del código, es decir, a los iniciados.
En la historia de Israel: el día trece del mes doce del año doce del reinado de rey Jerjes (486-464 a.C.) estaban todos los judíos condenados a muerte, la intervención de Ester impidió el genocidio.
En contexto cultural cristiano, el número 13 es el número funesto y aciago. Se suele poner en relación con la Última Cena, en la que estaba Jesucristo con los doce apóstoles. El trece se referiría a Judas. El viernes es el día de la semana en que fue crucificado Jesucristo (Viernes Santo).
En la creencia o superstición popular alemana, cuando se sientan a la mesa doce comensales y viene el número 13, éste o el más viejo morirá al poco tiempo. Aún hoy se evita sentar a trece comensales a la misma mesa. Cuando concurren trece personas, se sienta a una en otra mesa o se invita a una persona más (total 14). En algunos hoteles no existe la habitación número 13, o el piso 13. Incluso en algunos aviones no existe la fila 13.
Sin embargo, el trece no es siempre el número funesto. Existía la costumbre entre los panaderos de regalar un pan a quien comprara 12 bollos.
En la Kabala judía, cada letra representa un número. Si sumamos los valores de cada una de las letras de la palabra UNO, nos dan el número 13. Según el Antiguo Testamento, Dios tiene trece propiedades, hay doce fuentes celestiales y doce fuentes de la gracia.
En la mitología germana, el 13 era el número de la diosa Freya, que dio el nombre en alemán al viernes (= Freitag). Posiblemente tras la cristianización se convirtió el viernes trece en día fatídico para desarraigar la creencia pagana.
En las culturas orientales, el 13 era un número divino.
El número 13 parece haber adquirido ese carácter de número funesto sólo en contextos cristianos, ya que en el Antiguo Testamento y en la mitología germana, tiene un simbolismo positivo. El canto Grimnismal de los Edda enumera trece walkirias.
En La Bella Durmiente, de los hermanos Grimm, la hija del rey quedó condenada a dormir cien años porque sus padres solo tenían doce platos de oro y así no pudieron invitar a el hada número trece para celebrar el nacimiento de la hija.
Las culturas que se regían por el calendario lunar, no veían en el 13 un número funesto: el año solar tenía trece meses lunares, y en el aquelarre de las brujas o sábado infernal se reunían hasta trece brujas.
En la Alemania de la Reformación, era el viernes el día preferido para casarse ya que se podía festejar tres días seguidos hasta el comienzo de la semana siguiente.
En la mitología griega, doce dioses del Olimpo se reúnen y se olvidan de invitar a Eris, la diosa de la discordia. Para vengarse, Eris arroja la manzana de oro para “la más bella”. La discordia sobre cuál de las diosas era la más bella, provocó la guerra de Troya.
Pero incluso en la simbología cristiana no siempre tiene el número 13 ese carácter negativo y funesto. Por ejemplo, las Trinidad + los Doce Mandamientos suman en total 13; los doce discípulos de Jesús + el Maestro = 13.
En Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Alemania, el viernes 13 es el día aciago por excelencia, en otros, como España, esa fecha es el martes 13. Sobre el martes y trece tenemos varios proverbios:
En martes y trece, ni te cases ni te embarques.
El martes era el día del dios Marte, el dios de la guerra, entre los romanos. El viernes el día de la diosa Venus. Por tanto eran los días consagrados a estos dioses los días aciagos de la semana.
El número 13, combinado con días como el martes o el viernes como días maléficos, proviene, en la tradición cristiana, de la Sagrada Cena o Última Cena en la que se reunió Jesús con sus doce apóstoles, uno de los cuales, Judas, le traicionaría. El viernes es además el día en que fue crucificado Jesucristo. Para algunos teólogos, sin embargo, el número 13 no debería ser un número faltal sino más bien benéfico, ya que si Judas no hubiera traicionado a Jesucristo, no se hubiera cumplido el plan de salvación y redención de la humanidad mediante la muerte de Cristo. En la Última Cena, Jesús, sabiendo que Judas le habría de traicionar, moja el bocado en el plato y se lo pasa a Judas: "Lo que has de hacer, hazlo pronto" (Jn.13:21-30).
Algunos autores creen que el número 13 era un número benéfico en las culturas paganas. La cristianización habría hecho del 13 un número maléfico para desarraigar estos restos de paganismo.
La superstición del „Freitag, den Dreizehnten“ se popularizó en Alemania prácticamente en el siglo XX, a lo que colaboraron los medios de comunicación. En sí, esta superstición no se remonta muy atrás. Según algunos, se propagó en Alemania procedente de los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.
En el escudo de los Estados Unidos aparecen trece estrellas que parece que representan los trece estados que formaban la nueva nación americana. Para los cabalistas modernos, la constelación de trece estrellas que se encuentra sobre el águila en el anverso del Gran Escudo de los Estados Unidos, comunica un mensaje codificado en simbolismos, dentro del cual el número trece es la clave más importante.
«Los francmasones que fundaron Estados Unidos obtenían su inspiración de muchas escuelas y filosofías antiguas, tales como las Escrituras hebreas y cristianas, las doctrinas de Pitágoras, la Escuela de Alejandría, Platón, los cabalistas y los Rosacruz. La influencia cabalística parece ser la mas importante dentro de la francmasoneria y se revela ostentosamente en el Gran Escudo de los Estados Unidos.» [El escudo de los Estados Unidos y las pirámides]
Las escrituras sagradas y esotéricas hacen uso de un código de números y letras para que el verdadero significado de las escrituras sólo sea accesible a aquellos que poseen la clave del código, es decir, a los iniciados.
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