A veces me parece que mi sangre, a raudales,
se escapa con los rítmicos sollozos de una fuente.
La oigo muy bien correr con su lento murmullo,
de la ciudad a través, como por un cercado
se extiende, convirtiendo el empedrado en islas,
aplacando la sed de toda criatura
y tiñendo de rojo a la Naturaleza.
Yo he pedido a menudo a vinos traicioneros
que al terror que me aferra adormezcan; el vino
vuelve el mirar más claro y más fino el oído.
En el amor, un sueño sin conciencia he busacado;
mas para mí el amor es un lecho punzante
listo para que abreven esas putas crueles.
(Charles Baudelaire-Las Flores del Mal)
miércoles, 12 de octubre de 2005
La fuente de sangre
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