lunes, 24 de octubre de 2005

Integración.

Esta semana han pasado 2 cosas que me han hecho pensar bastante. La verdad es que no me han decubierto nada nuevo, pero te hacen pensar...
Nunca he sido de esa clase de gente que defiende la "integración", es más, nunca he creido que eso fuera posible. La considero una utopía como tantas otras. Vivimos en un país donde ella es la reina. Y además no creo en ella y no la quiero.
Estamos llegando a un punto del que, la verdad, dudo que podamos volver. Y lo peor es que emitir un juicio, expresar una opinión, lo que sea, puede servirte para que alguien te tache de racista... mmm... Encima eres racista... Qué asco de sociedad.
¿Dónde vamos a llegar? ¿Qué más vamos a tener que aguantar?
No me gusta tener que ir con 4 ojos en mi barrio, tener que ir mirando a mi alrededor cuando salgo del metro, ir por el centro y sentirme una extraña, aguantar que gente me diga cosas por la calle y yo no poder hacerle nada porque vete tú a saber lo que me van a hacer si les digo algo... Odio sentirme una extraña en mi ciudad. Odio que la gente me haga sentir así. Odio que me miren las tetas cuando quién lo hace tiene a sus mujeres en su país tapadas hasta las cejas. Odio que los que consideran que somos la madre patria se crean que tienen total libertad para hacer lo que les de la gana. Odio saber que ya no estoy segura ni rodeada de gente porque si me agreden nadie va a acudir en mi ayuda. Odio saber que la gente tiene miedo. Odio tener miedo. Odio que hayan sembrado el terror con sus cuchillos. Odio que no puedas ir tranquilamente con gorra en el metro. Odio que gente como esa sepan que tengo miedo.
Los odio. Los odio por como me hacen sentir, por como hacen sentir a todo el mundo. No los odio porque sean ecuatorianos, sean moros, sean de donde sean. Los odio porque han hecho de mi ciudad un sitio que no me gusta. Y es mi ciudad. Quiero poder ir tranquila por mis calles. Por mi barrio. Quiero saber que mi gente está bien. Que no tengan que hacerme una perdida cuando lleguen a su casa... Quiero vivir en mi ciudad sin tener miedo.
Y esto ya no tiene solución.
¿Qué va a ser de nosotros? ¿Qué podemos hacer para volver a sentirnos a gusto en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestro barrio?
Somos todos víctimas de una política de gobierno que lo único que está haciendo es complicar nuestras vidas como ciudadanos. Que consigue que personas que hasta ahora eran tolerantes sin problemas, se vuelvan desconfiados a la fuerza. ¿Es este el precio de la integración? ¿Es esto lo que significa?

INTEGRACIÓN:
Este concepto se usa de diversas formas en las ciencias sociales y en las distintas esferas política y social. Frecuentemente se emplea en el ámbito de las políticas migratorias, aunque también en países donde la población indígena es mayoritaria o muy relevante.
En el campo de las políticas sociales para la inmigración, la polémica discursiva sobre la integración estriba en su confusión con la asimilación o en un uso erróneo.
Contrariamente a la asimilación, la integración, alude al proceso sociocultural interactivo fundado sobre la interdependencia, la confrontación, el intercambio, la igualdad. Es pues, el proceso gradual mediante el cual los nuevos residentes se hacen participantes activos de la vida económica, social, cívica, cultural del país de inmigración. En la integración, cada uno conserva su identidad y su originalidad, inversamente a la asimilación, que implica sumisión y una identificación completa al cuerpo dominante. La integración pone énfasis en una relación dinámica entre el inmigrante o los grupos de inmigrantes y la sociedad de recepción. Supone el reconocimiento de valores de cada grupo, así como la puesta en marcha de condiciones para que éstos puedan enriquecerse mutuamente. El "otro" es reconocido en su diferencia, así como en su igualdad para aportar y enriquecer al conjunto social.
(Universia Solidaridad)

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