jueves, 31 de julio de 2008


Mañana es agosto y es incalculable la cantidad de chocolate que debo haber comido en los meses que le preceden.
Estoy de vacaciones y no estoy en una isla paradisíaca ni en un bosque perdido y estoy más blanca que nunca, pero no me importa porque estoy contenta.
Disfrutar de cada día, cada minuto, disfrutar de todo lo que me hace sonreir es lo que ahora me hace feliz. No hay más.
Después de este año, lo único que puedo hacer es vivir lo que viene a diario. Y lo que viene ya tiene que ser bueno, no puede ser de otra forma. No quiero que sea de otra forma.
Me lo merezco. Si, me lo merezco, y se me llena la boca al decirlo.
Y me siento orgullosa de mi y de mi família, de mi madre. Porque han sufrido, porque sufren todavía y porque seguirán sufriendo, pero siempre han sabido ver más allá, y no se han dejado llevar por ese sentimiento del que tanta gente abusa sin sentido ni motivo.
Si algo he aprendido en este tiempo, es que sólo las personas que conocen verdaderamente lo que es el dolor, saben superarlo. Y saben superarlo porque QUIEREN hacerlo.

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