Me he levantado a las 8 de la mañana. Lo cierto es que con mucho menos sueño del que pensaba que tendría porque ayer, al final, no tuve ningún problema para dormir. Mi madre a las 7 estaba en pie, y a las 5, el Juan.
La boda era a la 1,30...
A nadie le ha importado la lluvia, creo que casi ni la hemos tenido en cuenta. Hemos salido de casa sin paraguas y así durante todo el rato. Como si no existiera, no ha quitado ni una pizca de protagonismo a los novios, ni a la situación.
Si os digo la verdad lo he llevado bastante mal todo el camino. Casi no podía hablar sin ponerme a llorar, y como eso está prohibido, pues me he pasado la mayor parte del tiempo callada, mirando por la ventana.
Es imposible describir la cantidad de sentimientos que tenía en ese momento. Pasaba de un extremo a otro sin tregua. De la alegría más grande a la pena más profunda, de la melancolía al nerviosismo máximo. Miraba a mi madre, guapísima, con los nervios de una novia, sin dejar de recibir mensajes de toda la gente que la quiere, y pensaba en lo injusta que es esta vida, en lo mal que la está tratando y en lo poco que lo merece. Intentaba meterme dentro de la cabeza de él, ¿qué pensará? ¿qué sentirá? y me resultaba imposible ni siquiera imaginarlo. Le admiro, admiro su fuerza y admiro el amor que siente hacia mi madre, el que comparten, porque lo que hay entre ellos no es otra cosa que amor, el más grande que conozco. Y me da igual que sea un gruñón, que se queje por todo, que no le haya gustado el restaurante, me da igual todo porque hoy llevaba la alianza que dijo que no llevaría.
Y ahora en casa, después de todo, cuando me he quedado sola, sólo puedo llorar y llorar. Y no sé si es de pena o es de alegría...
Ojalá y todo fuese distinto.
Echo de menos los tiempos normales.
La boda era a la 1,30...
A nadie le ha importado la lluvia, creo que casi ni la hemos tenido en cuenta. Hemos salido de casa sin paraguas y así durante todo el rato. Como si no existiera, no ha quitado ni una pizca de protagonismo a los novios, ni a la situación.
Si os digo la verdad lo he llevado bastante mal todo el camino. Casi no podía hablar sin ponerme a llorar, y como eso está prohibido, pues me he pasado la mayor parte del tiempo callada, mirando por la ventana.
Es imposible describir la cantidad de sentimientos que tenía en ese momento. Pasaba de un extremo a otro sin tregua. De la alegría más grande a la pena más profunda, de la melancolía al nerviosismo máximo. Miraba a mi madre, guapísima, con los nervios de una novia, sin dejar de recibir mensajes de toda la gente que la quiere, y pensaba en lo injusta que es esta vida, en lo mal que la está tratando y en lo poco que lo merece. Intentaba meterme dentro de la cabeza de él, ¿qué pensará? ¿qué sentirá? y me resultaba imposible ni siquiera imaginarlo. Le admiro, admiro su fuerza y admiro el amor que siente hacia mi madre, el que comparten, porque lo que hay entre ellos no es otra cosa que amor, el más grande que conozco. Y me da igual que sea un gruñón, que se queje por todo, que no le haya gustado el restaurante, me da igual todo porque hoy llevaba la alianza que dijo que no llevaría.
Y ahora en casa, después de todo, cuando me he quedado sola, sólo puedo llorar y llorar. Y no sé si es de pena o es de alegría...
Ojalá y todo fuese distinto.
Echo de menos los tiempos normales.
El resto de fotos más íntimas me las reservo. Los que las queráis ver me las pedís.
Gracias Sol, muchísimas gracias. (No os podéis imaginar la persona tan increíble que es).
Gracias Pili (qué raro llamarte así).
Gracias Marc
Gracias Pablo
Gracias Sorgi
Gracias Edu
Gracias a todos los que habéis estado ahí siempre. Sé que soy una pesada con esto de los agradecimientos, pero es que lo necesito, aunque parezca una ñoña depresiva, me da igual.
1 comentarios:
un beso muy fuerte!
Marc
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