Todos deberíamos aprender a valorar lo que tenemos. Me incluyo en el todos, que conste, porque creo que soy la primera en no hacerlo del todo. Pero lo intento. Está claro que nada de lo que nos pasa es gratuíto y tiene una razón de ser que, aunque a veces no sea del todo evidente, está ahí. Creo que una de nuestras misiones en esta vida es ser conscientes de eso.

Una de las cosas que tiene mi trabajo que me gusta, es la cocina. Allí la gente parece que se relaja y se inspira con las alturas. Esto viene a que el otro día alguien dijo una cosa realmente inteligente y que seguro que muchos habréis pensado mil veces, pero yo no. Dijo que las cosas en esta vida tienen una razón, que si algo no te sale bien debe ser porque tiene que llegarte algo que será mejor. Y que lo único que tienes que hacer es esperar a que llegue, haciendo las cosas lo mejor posible y dándolo todo de tu parte. Entonces será cuando sientas que la vida te está correspondiendo.
No sé si eso es un consuelo al que recurre demasiada gente...

Ahí está, nunca estaremos contentos con nada si no aprendemos a valorar lo que tenemos antes de ponernos a llorar por lo que no tenemos. No? Supongo que sí, que es un ciclo.
Volvemos al principio.