miércoles, 13 de diciembre de 2006

Como aquel que dice ya están aquí los Reyes. Casi. ¿Os imagináis que relamente existiesen unos seres que nos concediesen todo aquello que deseamos?
Uf, sería genial.
Hoy en el bus (porque hoy no me he visto con ganas de coger la bici), cuando intentaba leer mi libro sin suerte, entre gritos de dos señoras hablando de lo mal que está el transporte público en Barcelona, me he puesto a pensar en qué pediría yo si me concediesen un sólo deseo. Como con la lámpara de Aladino pero sólo uno. Y realmente no he llegado a ninguna decisión firme. Creo que pediría cambiar mi vida, pero claro, sólo si me diesen la oportunidad de decir cómo querría que fuese en caso de que se me concediera el deseo... Porque la verdad es de un tiempo a esta parte me he dado cuenta de que no me gusta la idea de tener un destino desconocido y predeterminado que nos espera en silencio y que va apareciendo poco a poco a lo largo de nuestras vidas, así como preparando un final, El final.
Quiero pedir que mi vida sea lo que quiero que sea, quiero que pasen las cosas que quiero que pasen, sin dejar cabida a ningún tipo de azar. No quiero sorpresas, ni de las buenas ni de las malas. No las quiero porque si existen las buenas, que a todo el mundo gustan, deberían existir las malas, que nadie las quiere y que son, por regla general, más malas que buenas son las buenas. Por lo tanto no quiero que formen parte de mi vida, ni unas ni las otras.
Es posible que penséis que mi vida sería la más aburrida del mundo, y seguramente lo sería, pero me evitaría cada segundo de dolor que temo sufrir en la que tengo.
O quizá será mejor pedir que mi vida fuera despojada de todo tipo de sufrimiento y dolor, así de cuajo, sin pensarlo. Así estaría como todo el mundo, en ascuas sobre qué será de mi y con la ilusión del qué pasará mañana, pero sin miedo a sufrir ni siquiera un segundo.

Aunque bueno, volviendo a la realidad la verdad es que a mi los Reyes siempre me han traído pocas cosas, así que me dejaré de tonterías y les pediré un libro o algo parecido. Y dejaré de ir en bus, que no me gusta nada.

Escribo últimamente en mi blog una tontería tras otra, pero es que mi mente no se centra en nada socialmente normal. Así que esto es lo que hay hasta que consiga retener algo de todo lo que se me ocurre a lo largo del día.



Por cierto, ya han puesto los muñecos que se mueven de Papá Noël en la Avenida Gaudí. Super fuerte.

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