Otra vez domingo, la verdad es que no sé como tomármelo. No tengo un buen día, estoy de mal humor, me duele la cabeza y tengo muchísimo sueño. Ya, es típico de domingo, pero no sé.
Ayer fue una noche rara (no voy a entrar en lo que todos sabemos porque no viene al caso), pero a parte de lo que pasó, fue una noche extraña. De esas que son diferentes a las demás y que además lo son así de golpe. Empezó como algo nada prometedor, la verdad, pero poco a poco y a fuerza de acontecimientos inesperados, encuentros y reencuentros, el rumbo de la noche fue cambiando.
Hablando de reencuentros... ¿No os ha pasado nunca que relacionáis a una persona con otra sin que tengan nada que ver? A mi me pasa y es que las relaciono de tal manera que hasta llego a confundirlas de nombre (en mi cabeza). Y ayer estaban ambas en el mismo sitio... una de ellas tiene los huevos suficientes para hablarme (ya es famosa en este blog porque le he dedicado más de una entrada) y la otra no tenía los suficientes ni para mirarme. Hay que ver, que cuando alguien es cobarde lo es para toda la vida...
Mmm, tengo una duda... habrá solucionado su problema? No el de su higiene personal, que ese ya vi que no, me refiero al otro... jijiji.
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